23 mar 2009

Montaña y niños

La montaña como medio del desarrollo motor

El ámbito natural donde se desarrollan las actividades denominadas “de montaña”, representa, sin lugar a dudas un marco perfecto donde poder desarrollar todos los potenciales de la vida de la persona. Atendiendo los aspectos físicos, psíquicos y sociales...y por supuesto dentro de un ámbito lúdico tan necesario en los niños.
Habría que empezar diciendo que, ya de entrada, la práctica de las diversas actividades de montaña, realmente abordan todas aquellas actividades que como especie animal nos vimos “obligados” a desarrollar.
Andar, trepar o correr. Reptar incluso. Saltar, coordinar.... Todo esto se sigue ejercitando en el senderismo, el montañismo, la escalada, barranquismo o cualquier otra actividad montañera.
Bien es cierto que cualquier deporte basa su característica principal en el movimiento; pero también se puede decir que seguramente no haya deporte donde la semejanza sea tan particularmente exacta.
La práctica de los deportes de montaña nos devuelve a épocas pretéritas como seres homínidos. Sin lugar a dudas así lo sentimos, y aquí posiblemente radique una de las bases para hacer de este deporte algo tan especial.
Es muy lógico pensar que así como en el desarrollo motor de un bebe, ya desde las primeras etapas de la nueva vida, en el seno materno, se recrea o simula la evolución que como especie sufrimos (desarrollo ontogenético y filogenético), podríamos usar algunas de esas actividades pretéritas en una optimización de algunas capacidades.
Esto, que suena así de extraño, tiene una explicación bastante sencilla, que voy a intentar simplificar, y que acabará por dar justificación a una de las ideas más claras que debemos a la hora de salir con niño/as por las montañas. La idea es que podemos usar toda esta optimización para hacer de la montaña una forma de vida, y lo más fundamental: una forma de vida realmente sana. Saludable al 100%.


Es decir, que podemos aportar un inconmensurable “grano de arena” a la maduración de esa persona, además de empezara a prevenir algunas posibles patologías futuras. Pero como he repetido en más de una ocasión, lo que verdaderamente marca el que este deporte u otro sea saludable o no, más que el propio deporte es el planteamiento que de él hacemos.

Y ahora es el momento de advertir que cuando estoy hablando de deportes en la montaña, hago referencia a cualquiera de sus modalidades, pero siempre bajo el prisma del disfrute personal, de la no competición y de una dedicación como aficionados.
Ninguna competición tiene cabida en las ideas que vamos a ver. La competición es una opción personal y que en ningún caso debe plantearse a una edades donde otra serie de experiencias, de tipo lúdico, de maduración, o social tienen una importancia mucho mayor.
A parte de, como he dicho en algunas otras ocasiones, el convertir una práctica deportiva, sea del tipo que sea, en una competición, conlleva una dedicación, una búsqueda de resultados, por encima incluso de mejoras de salud, y desde luego, jamás se obtiene un nivel de salud tan adecuado ni global como si entendemos tal deporte como un medio. No como un fin.
Estamos hablando, en resumidas cuentas, de que el deporte de la montaña sirva para desarrollar al niño, no para someterlo a ella.
Miremos un poco atrás en nuestras vidas, cuando éramos niños y veamos que pasaba durante el desarrollo general.
Como he dicho anteriormente el desarrollo tiene una triple vertiente física, psíquica y motora.De momento hablaré de todas ellas, para ir derivando poco a poco a los beneficios futuros de ese desarrollo meramente motor. A sabiendas de que, como siempre digo, no podemos obviar la globalidad de la persona, y esas tres partes son indivisibles.


De momento hablaré de todas ellas, para ir derivando poco a poco a los beneficios futuros de ese desarrollo meramente motor. A sabiendas de que, como siempre digo, no podemos obviar la globalidad de la persona, y esas tres partes son indivisibles.
A nivel físico, no cabe la menor duda de que estas actividades como trepar, gatear, reptar, saltar, subir, bajar, son algo tan básico como el movimiento en sí mismo. No hay escuela de deporte o escuela de psicomotricidad que no base todo los demás gestos o actividades en todo esto.
El niño, pasará por todo esto, y todas estas actividades básicas enriquecerán sus experiencias motoras. Todas a su vez se retroalimentarán y completarán. Se trabajará elasticidad, fuerza, resistencia, de forma natural, espontáneamente, en la medida en que el niño lo vaya haciendo. El niño seguramente, adecuará más los descansos a lo que su cuerpo realmente le pida. Cuando se vaya convirtiendo en una persona adulta, en bastantes casos, podemos comprobar que “pasamos” de esos periodos de descanso, tan importantes, y que podrán acabar produciendo fatigas, lesiones, desánimo...Todo ello mejorará su esquema corporal, digamos que irá conociendo su cuerpo, su posición en el espacio, velocidad de desplazamiento durante los movimientos, situación de los diversos segmentos corporales en el gesto...todo ello de manera inconsciente y natural.
A la vez, sus diferentes sistemas, aparatos y órganos irán acomodándose a todas las solicitaciones, no sólo de la actividad que nos lleva. En realidad de todo su entorno vital, de su vida.
Los huesos, músculos, arterias, vasos, cerebro....todo irá desarrollándose.
He querido empezar a involucrar el cerebro ( y todo el sistema nervioso en general), pues los aspectos psíquicos también tienen su cabida.
En estas primera edades, el movimiento representa una de las mayores fuentes de información sobre el propio individuo y sobre el mundo que lo rodea. Esto supone que la inteligencia, basa parte de su evolución en dicho movimiento, y que a mayor desarrollo de esta, mejor asimilaremos esas experiencias motrices.
De nuevo todo va a la par y unos recursos sirven para mejorar u optimizar otros que a la vez ayudan a esos primeros. Todo un engranaje matemáticamente encajado.
¿Y que hay del aspecto social?. Pues, cuando un grupo sale a la montaña, y esto lo sabrá cualquiera de ustedes, lectores, se crea un ambiente ciertamente especial.

Foto: Leo Pavelic

Las ayudas entre ellos, el acomodar el nivel del grupo, tener un objetivo común, donde lo importante es llegar todos bien, crear vínculos de amistad, que en muchos casos resultan ser amistades de por vida. El aspecto social, a mi entender está plenamente representado.
Quizás sea bueno para el niño, hoy en día y con esta sociedad del consumo y las prisas que nos toca vivir, tener esta vía de escape, donde estos esquemas sociales se vienen abajo. Hay otros valores, otras reglas; La amistad, el grupo, están a veces por encima del “yo”, de los intereses personales. Las prisas se someten al disfrute del momento. No es tan importante llegar a un sitio concreto, podemos hacer que el objetivo varíe si nos apetece. Podemos jugar en un marco natural...
Esto, en definitiva, ayudará a formar a la persona a nivel social, completando de esta manera un término muy en boga hoy en día. Esa persona puede tener, mediante la práctica de la montaña (en sus múltiples modalidades) lo que se llama un “desarrollo sostenible”.
Bajo mi punto de vista, una madurez bastante adecuado a todos los niveles, físico, psíquico y social, como debe ser: totalmente paralelos e interrelacionados.
Esto, tiene una lectura posterior, y que es a donde quería llegar. Esta forma de entender, no sólo la actividad física, sino la vida en general, puede hacer de esa persona alguien realmente saludable tal y como hoy en día se entiende. Aparte de las características personales de cada uno, claro está.
Una adecuada madurez física, con un desarrollo correcto de las capacidades físicas, sumado a una forma “sana” de entender el deporte, como un medio de vida, o incluso de mantener un buen estado de salud, y por último, unido al importante aspecto socializante de todo lo anteriormente expuesto, es un buen punto de partida para enfocar un modelo de vida.
Desde luego, es sabido que el deporte es una forma bastante buena de “encauzar” a los niños, adolescentes...hacia la vida adulta. Los hábitos que se instauran a estas edades, suelen tener una repercusión final. Para mí, si además desarrollamos estos juegos al principio, actividades más tarde, en el entorno de la montaña, además ganaremos en respeto al entorno, a las personas, y en definitiva a uno mismo.¿Alguien da más?.

Un saludo y a disfrutar de vuestra salud con vuestro deporte.

OSCAR BALLARÍN PLANA.
AINSA. DICIEMBRE DE 2003.
Fuente aquí

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