3 abr 2009

Annapurna IV

1984. Primera travesía de los annapurnas Expedición suiza por la arista sureste

En el postmonzón de 1984, una expedición suiza de seis alpinistas se acerca al Annapurna I con el objetivo de ascender la cara sureste hasta la arista este y realizar su travesía de siete kilómetros y medio pasando por las dos cumbre subsidiarias (este y central), antes de llegar a la principal.

El equipo instala cuatro campos de altura y el 21 de octubre deja la ruta equipada hasta el inicio de la arista. Ese mismo día, Erhard Loretan y Norbert Joos suben al campo II y al día siguiente llegan al IV, en el Roc Noir (7.490 m.), el inicio de la arista. Aún es pronto y deciden seguir. Avanzan todo lo que pueden y hacen una cueva en la nieve donde pasan su primera noche de vivac. A la mañana siguiente continúan la marcha por la arista. Su primer objetivo es el Annapurna este, pero pronto comienzan los problemas: una pared rocosa les cierra el paso. La salvan a costa de comenzar a gastar el poco material de escalada que llevan.

Tras nueve horas de marcha hollan el Annapurna este, azotado por un viento gélido. Inmediatamente bajan al collado que le separa del Annapurna central, donde pasan su segunda noche en la 'zona de la muerte', en otra cueva de nieve, a ochomil metros. Una mañana heladora les despierta el 24 de octubre. Sobre las diez alcanzan la cumbre central y continúan hacia la principal. Pero un nuevo obstáculo les cierra el paso: una pared de casi 100 metros imposible de destrepar sin utilizar el escaso material que les queda: dos clavos y un largo de cuerda. No tienen elección, aunque saben eso que supone la renuncia a retornar por donde han venido.

Descienden y luego suben el último tramo de la arista hasta la cumbre principal. A las 13.30 hollan los 8.091 metros del Annapurna I. La primera travesía de un 'ochomil' está hecha, pero ahora había que bajar y la única opción es ¡la temida cara norte! Con una fotografía de esa vertiente como única referencia y un tornillo de hielo y una cuerda de 50 metros como todo material disponible, Loretan y Joos inician el descenso entre seracs y paredes de hielo.

Son dos días y medio al borde del precipicio donde toman la decisión de desencordarse para que si uno se despeña no arrastre al otro. Durante la segunda noche, que pasan a la intemperie metidos en sus sacos al pie de una roca, junto al cadáver de un sherpa, sobreviven a una avalancha que les pasa por encima. Por fin, el 26 de octubre por la tarde alcanzan el campo base de una expedición japonesa. Aunque hasta casi una semana después no se reúnen con sus compañeros de expedición en Katmandú.
Fernando J.Pérez

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