Nos juntamos una buena tropa y con un intenso frío nos ponemos en marcha. Es un día de trámite, entre en fin de los entrenamientos del maratón y el comienzo de los de montaña. No tengo nada especial que ejercitar osea que cualquier cosa vale. Así que pista finlandesa hasta el final y vuelta por Ules: 14 kilometrillos a ritmo de paseo para no cansarse demasiado. Estiramientos, ducha y a la sidreria a hidratarse y ponerse de acuedo en el menú.
Esta situación me recuerda a aquel grupo de amigos cuarentones que se encuentran para elegir el sitio donde van a cenar todos juntos. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque las camareras son guapas, llevan minifalda y escotes generosos.
Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú es muy bueno y hay una magnífica carta de vinos.
Diez años después, los mismos amigos, ya sesentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque es un sitio tranquilo, sin ruidos y tiene salón para no fumadores.
Diez años después, los mismos amigos, ya setentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tiene acceso para sillas de inválidos e incluso hay ascensor.
Diez años después, los mismos amigos, ya octogenarios, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coinciden en que es una gran idea porque nunca han cenado allí.
Bueno, es la ley de la vida, dicen. No comimos en el Café Central pero sí en una buena parrilla donde solemos acudir para celebrar eventos de este tipo; sitio amplio, tranquilo, buena comida...
Después de una abundante pitanza a base de ensaladas, chorizos, calameres y costillas, regado todo ello con abundante vino cerveza. vino y sidra, alargamos la sobremesa con los consabidos chupitos, cacharrillos etc, etc.
Tosos los presentes deseamos a Fernando Alonso, el corredor del centro, no al piloto, suerte y disfrute en el maratón de Roma esta semana.
Bueno, bueno... sin comentarios...
ResponderEliminarEso sí, Fernando, un besote y a por todas en Roma¡¡¡¡