15 abr 2010

Sexo en altura: El caso Aconcagua

Después de varios meses en los campamentos de Aconcagua, las personas que trabajan como “campamenteros” (sobre todo los hombres) y los guardaparques comienzan a tener necesidades sexuales. Dado que la mayoría de los campamenteros son hombres, una mujer soltera arriba de 4000m es tan escasa como el oxígeno.
Leyendo las noticias de la región, encontré una joya de nota que sirve como lección tanto para los montañistas como para los no-montañistas.
“Una campamentera de Plaza de Mulas (4230m) estaba muy contenta porque el novio iba a ir a visitarla. Unas horas después, nos va a ver el chico porque se había olvidado los preservativos. Todos los guardaparques lo aplaudieron porque la mayoría de los que trabajan allá son hombres y son pocas las mujeres y muy codiciadas. No consiguió los preservativos porque nosotros no tenemos y no sabemos si se concretó o no la relación (risas). Lo que sí sabemos es que volvió a las 2 de la mañana con un edema de pulmón y a las 7 el helicóptero lo tuvo que bajar. No sabemos qué pasó, pero se supone que el edema de pulmón se desencadena luego de un esfuerzo intenso o de una gran actividad física,” según el relato de Carina Capparoni publicado en el diario Uno de Argentina.
Los médicos que trabajan en el Aconcagua señalan que aquellos que trabajan la temporada obviamente no van a tener ningún dificultad en realizar actividades de alta rendimiento, tal como el sexo. Incluso, un medico en la nota dice que hay una cancha de voleibol en la Plaza de Mulas y “si una persona puede jugar voleibol a esta altura, seguro que puede tener sexo.”
Así que si un montañista que quiere atacar el cumbre de Aconcagua piensa en el sexo, más le vale pasar primero por la cancha de voleibol antes de seducir a su pareja en una carpa.
“Muchos me dicen: ‘¡Uy! ¡Las gringas!’ Las gringas nada... Van tan concentradas y con tanto miedo que ni siquiera se relajan. En cambio, los que pasamos la temporada allá necesitamos hacer otras cosas. Nos comemos un asado, tomamos una cerveza, tocamos la guitarra. Las gringas te golpean la puerta de la carpa a las 9 de la noche para que bajés la voz”, ejemplificó Mariano Castro, porteador durante los últimos nueve años y ahora se desempeña como guía, descartando de plano los encuentros ocasionales.
Cambios corporales
Pero, ¿qué pasa con los parámetros básicos del cuerpo al subir miles de metros de altura?
Copparoni explicó que “apenas llega, la persona va a tener una frecuencia respiratoria aumentada. Los primeros minutos se siente bien, pero a medida que su cuerpo va notando los efectos de la altura, comienza a disminuir la saturación de oxígeno (es decir el porcentaje de oxígeno en la sangre), mientras que aumentan las frecuencias respiratoria y cardiaca y la presión arterial”.
La presión arterial que normalmente es de 120-80, puede llegar a 160-100. Luego de dos o tres días en el lugar, cuando comienza la aclimatación, todas estas variables empienzan a normalizarse. Pero ¿qué pasa cuando a las condiciones que impone la altura se le agrega un esfuerzo como el que implica una relación sexual?
La médica, también andinista y con unas cuantas cumbres en su haber, detalló que “en un encuentro sexual normal, es decir en la ciudad, el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria suben porque es una actividad física intensa. Si lo llevamos allá, donde hay bajas condiciones, frío, hipoxia (bajo contenido de oxígeno), en una persona que acaba de llegar o que no está bien aclimatada, muchas veces, puede desencadenar una patología de altura. En una persona que está bien aclimatada como los campamenteros, los porteadores o los guías, que se pasan los tres o cuatro meses de temporada, es una actividad normal”.
Diario Uno
Andes News

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