22 sept 2010

El señor de los Alpes


El leonés Salva Calvo se corona en la prueba atlética más dura del mundo: la Tords de Genats, colgándose la plata
Diario de León

 De La Capeda a los Alpes italianos. Pero antes fue China, Namibia, Australia.... Salva Calvo sigue mostrando su clase de campeón en todos los escenarios del globo terráqueo y en pruebas de tremenda exigencia al alcance de muy pocos. Considerado el mejor ultrafondista del mundo, hace apenas cuatro días ponía punto y final a su último reto: la Tords de Genats, prueba de ultrafondo que a lo largo de 330 kilómetros puso a prueba la resistencia física y metal de sus cerca de 300 participantes. Y Salva salió airoso subiendo al segundo peldaño del podio tras el italiano Ulrich Gross. Y eso después de algo más de 86 horas de carrera en la que apenas consumió tiempo para el descanso. Dormir estaba prohibido si quería acabar entre los elegidos para la gloria. Además, el atleta leonés tuvo que hacer frente a multitud de adversidades. La primera, la pérdida por parte de la compañía aérea que le trasladó a Italia de todo su equipaje, incluidas las bebidas y complementos energéticos. Luego porque una de sus rodillas le jugaba una mala pasada dificultando su trayecto y tercero porque el a la postre vencedor, Gross, se saltaba ciertas reglas que al final no fueron castigadas. A todo ello añadir la extrema dureza de una carrera que se cobraba más de un centenar de abandonos y diferencias brutales. Una prueba de ello es que si el ganador llegaba el miércoles y Salva lo hacía apenas unas horas después pasada la medianoche, ayer mismo seguían cruzando la línea de meta algunos de los intrépidos competidores.

Y es que la Tords de Genats, cuya celebración es bianual, hizo gala de los pronósticos que la aupaban a lo más alto del calendario internacional. Su escenario, los Alpes, lo dice todo. Y ahí Salva lograba defenderse de una forma excepcional llegando incluso a comandar la prueba hasta la penúltima jornada. Primero fueron los italianos Valsesia y Menini los que intentaron mantenerse a su estela. Y ese esfuerzo les costó la extenuación y el consiguiente abandono. Luego fue el alemán Calmbach el que osaba retarle. Y el destino para él fue también el mismo, el adiós. Sólo Gross, perfecto conocedor del terreno, en una sorprendente remontada, lograba darle caza y al final superarle. Eso sí, manteniendo un mano a mano intenso. Millet, el tercero en discordia después de la segunda jornada, se mantuvo al acecho pero incapaz de doblegar a un Salva espectacular que después de sumar triunfos en los cuatro continentes, se probaba en la prueba italiana demostrando que hoy por hoy es un valor seguro. Y así se lo reconocieron sus competidores y la organización de la carrera que escoltaba al leonés en sus últimos metros de carrera, en plena noche alpina. Una escolta que servía como homenaje también a un deportista único.

 

Diario de León

 

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