Volviste a ser el primero. Injustamente. Demasiado pronto. No estábamos preparados para esta carrera y tú nos diste una lección de entereza. Sabías ganar, y también perder.
Me sobran ya los recuerdos de las quedadas, de las carreras, de aquellos Aquilianos y de la “Subida al Naranco” en la que me hiciste de “liebre".
Me faltan aún mil carreras, cientos de comidas y decenas de cervezas que ya no tomaremos. Y esas conversaciones siempre enriquecedoras, los objetivos que nos motivaban mes tras mes, los consejos que siempre eran bienvenidos y aquellos planes de entrenos que siempre llevabas en la mochila.
Ya me sobra, Ramón, la ilusión con la que esperaba aquellos sábados cuando organizaste el equipo, sumando semana a semana compañeros al grupo.
Me faltan las palabras que no surgen para expresar unos sentimientos que no reconozco.
Me faltan las palabras que no surgen para expresar unos sentimientos que no reconozco.
Ahora me falta, Ramón, el compañero de las marcas, de las risas y de los buenos momentos.
Volveremos a encontrarnos cada vez que corra por el Naranco, por los caminos que tú nos descubriste, en las fuentes en que bebíamos y en el barro que pisábamos cuando entrenábamos en invierno.
Volveremos a encontrarnos algún día, quizás, para correr y no parar, en un lugar donde no existen las distancias, ni las lesiones, ni los dolores.
Voveremos a encontrarnos Ramón.
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